A veces, se nos olvida el papel tan importante que juega la naturaleza en la educación de nuestros hijos e hijas. Y no solamente en ellos, también en nosotros mismos. Estamos sumidos en la rutina de nuestro día a día y se nos escapan esos momentos de felicidad en los que hemos visto un amanecer o un atardecer, sentido la lluvia en la cara o cuando nuestros pies tocan la hierba fresca. Y, si somos de esos pocos en los que la naturaleza está en nuestro entorno, debemos sentirnos muy afortunados.
“Dejad a los niños: que corran afuera cuando llueve, que se quiten los zapatos cuando encuentren un poco de agua y, cuando la hierba de los prados esté un poco húmeda por el rocío, dejad que sus pies desnudos la pisen; que reposen sobre él tranquilamente cuando un árbol los invite a dormir a su sombra” Así definía María Montessori el contacto necesario con la naturaleza en la infancia.
Para nosotros vivir la naturaleza es sentir el viento fresco, sentir el frio del agua de un río en los pies, el olor a tierra mojada, observar el movimiento de las nubles en el cielo azul, escuchar los sonidos de los pájaros cantar y trinar, las gotas de lluvia en la cara, el olor de una flor, comer moras directamente de la zarza, el contacto con los animales.
Hay tantas formas de vivir la naturaleza como personas. Todas las actividades que se pueden desarrollar de forma sensorial enriquece y hace tomar conciencia del lugar en un sentido amplio. Por eso, aparte de contaros como vivimos la naturaleza en el propio medio, también lo hacemos desde casa a través de la Mesa de Observación.
Cada vez que salgamos a la naturaleza debemos alentar que sean conscientes de todo lo que tiene alrededor y ellos mismo serán quienes vayan recogiendo pequeños tesoros.
Una vez en casa, se trata de que todo lo que hemos reunido, se lo expongamos sobre un elemento plano, ya sea una mesa, un banco, una estantería. Nosotros lo hemos hecho sobre la mesa que usamos que a la vez es mesa de luz.

Os dejamos todo lo que hemos ido recogiendo en nuestras excursiones. Palos, hojas secas, castañas, Almendras, Nueces, Piedras de diferentes formas y tamaños, ramas, fruto seco del ciprés, corteza de árbol, una lupa y una caja en la que a veces hemos tenido momentáneamente para observarlos insectos como saltamontes, mariquitas, hormigas, escarabajos, … También hemos añadido algún animal que hemos encontrado en nuestros paseos como son los caballos, vacas, gallinas, ovejas.
La mesa de observación permite que puedan tocar, mover, jugar, oler, todo lo que han descubierto en su propio medio y ahora lo tienen en casa.
Al haber usado una parte de la mesa de luz, también pueden descubrir de otra manera todos los elementos naturales.
El vínculo que se crea con la observación entre la naturaleza y la niña o el niño es esencial para el pleno desarrollo físico (motricidad fina y gruesa), del lenguaje, del conocimiento y emocional.
Soy Aroa del blog Uno más uno… son tres! Aunque solo soy una de las tres partes. Uno más uno… son tres! es un blog de unos papás primerizos que comenzamos este blog cuando nuestra hija tenía cuatro meses. En él os contamos nuestras vivencias, ideas, ilusiones, errores, sentimientos, aciertos, dudas, sensaciones, descubrimiento, inventos… Todo relacionado con la educación y la crianza de nuestra pequeña.
Me gusta la propuesta! Por cierto, esa mesa de luz la habéis comprado? Parece la mesa sensorial de ike
Hola! Me alegro de que te guste! Sí, es la mesa de Ikea, pero uno de los laterales lo hemos hecho mesa de luz. Un DIY muy fácil del papá inventor de la familia! ???
No me puede gustar más. Que bonitas palabras dedicadas a esos momentos mágicos entre lo esencial. Compartimos totalmente esa idea de educación. Yo siempre digo que es lo mejor que le puedo ofrecer a mis hijos. Que conozcan, vivan, experimente, respeten y valoren la magia de la naturaleza. Me encanta el Post.
Con mamá inventoras como vosotras las demás aprendemos a disfrutarla mucho más